Amanece
nevando. La quietud ha adormecido el ímpetu de una naturaleza que, amarillenta,
seca y silente, reclama atención. La retumbante petición ha hallado respuesta
en los sosegados movimientos de unos elegantes y brillantes copos de nieve.
Esta estampa
ofrece tiempo de juegos, abrigos de ilusión y rostros mojados por el tacto de
un sinfín de pequeños pétalos blancos que pueblan el horizonte.
El olor a
lumbre anuncia un día de recogimiento, compañía y afecto. Los fogones se
encarnizan y armonizan sus movimientos con el fin de ofrecer suculentos manjares ¡Qué nunca falte el pan en día de nieve! –exclama la abuela.
Esa dádiva del cielo ha llegado en forma de invierno.
LA NIEVE. Jorge Guillén
Lo blanco
está sobre lo verde,
y canta
Nieve que
es fina quiere
ser alta.
Enero se
alumbra con nieve, si verde,
si blanca.
Que
alumbre de día y de noche la
nieve,
la nieve
más clara.
“Rosa en las vías de tren
de Auschwitz
II-Birkenau”[1].
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Amanece nevando. La vida se alza invadida por un nuevo temblor y paralizada por la abulia de unas extremidades insensibilizadas a causa del frío. Ese helor acerado habita permanentemente en Auschwitz. Es enero, pero este
desgarrador escalofrío te abraza en julio, te besa de día, te acaricia de
noche, te persigue cual sombra negra huérfana de vida.
Ese tapiz blanquecino destella un
brillo crepuscular que, en breves instantes, se torna zaíno. Ese manto amaga un
barrizal de agonía. Ese suave lecho cubre el deslizante y gélido camino del
exterminio.
Nieva. La muerte se viste de blanco
en Auschwitz. De las chimeneas brota humo negro, un frío subyugante surge de
cada emanación. La muerte viste ahora de negro en Auschwitz.
EL SOLDADO Y LA NIEVE. Miguel Hernández
Nieve donde el caballo impone sus pisadas
es una soledad de galopante luto.
Nieve de uñas cernidas, de garras derribadas,
de celeste maldad, de desprecio absoluto.
Muerde, tala, traspasa como un tremendo hachazo,
con un hacha de mármol encarnizado y leve.
Desciende, se derrama como un deshecho abrazo
de precipicios y alas, de soledad y nieve.
Esta agresión que parte del centro del invierno,
hambre cruda, cansada de tener hambre y frío,
amenaza al desnudo con un rencor eterno,
blanco, mortal, hambriento, silencioso, sombrío.
[1] “Rosa en las vías de tren de Auschwitz II-Birkenau”.Fuente: https://dandounavuelta.wordpress.com/2012/12/07/auschwitz-el-infierno-bajo-la-nieve-ii/
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