domingo, 4 de febrero de 2018

TRIBUNA DE OPINIÓN: NIEVE



Amanece nevando. La quietud ha adormecido el ímpetu de una naturaleza que, amarillenta, seca y silente, reclama atención. La retumbante petición ha hallado respuesta en los sosegados movimientos de unos elegantes y brillantes copos de nieve.

Esta estampa ofrece tiempo de juegos, abrigos de ilusión y rostros mojados por el tacto de un sinfín de pequeños pétalos blancos que pueblan el horizonte.

El olor a lumbre anuncia un día de recogimiento, compañía y afecto. Los fogones se encarnizan y armonizan sus movimientos con el fin de ofrecer suculentos manjares ¡Qué nunca falte el pan en día de nieve! –exclama la abuela.

Esa dádiva del cielo ha llegado en forma de invierno.



                                                                              LA NIEVE. Jorge Guillén

                                                            Lo blanco está sobre lo verde,
                                                         y canta
             Nieve que es fina quiere
ser alta.
                                   Enero se alumbra con nieve, si verde,
  si blanca.
                             Que alumbre de día y de noche la
nieve,
      la nieve más clara.




“Rosa en las vías de tren
de  Auschwitz II-Birkenau”[1].
Amanece nevando. La vida se alza invadida por un nuevo temblor y paralizada por la abulia de unas extremidades insensibilizadas a causa del frío. Ese helor  acerado habita permanentemente en Auschwitz. Es enero, pero este desgarrador escalofrío te abraza en julio, te besa de día, te acaricia de noche, te persigue cual sombra negra huérfana de vida.

Ese tapiz blanquecino destella un brillo crepuscular que, en breves instantes, se torna zaíno. Ese manto amaga un barrizal de agonía. Ese suave lecho cubre el deslizante y gélido camino del exterminio.

Nieva. La muerte se viste de blanco en Auschwitz. De las chimeneas brota humo negro, un frío subyugante surge de cada emanación. La muerte viste ahora de negro en Auschwitz.




EL SOLDADO Y LA NIEVE. Miguel Hernández

Nieve donde el caballo impone sus pisadas
es una soledad de galopante luto.
Nieve de uñas cernidas, de garras derribadas,
de celeste maldad, de desprecio absoluto.

           Muerde, tala, traspasa como un tremendo hachazo,
con un hacha de mármol encarnizado y leve.
   Desciende, se derrama como un deshecho abrazo
 de precipicios y alas, de soledad y nieve.

Esta agresión que parte del centro del invierno,
hambre cruda, cansada de tener hambre y frío,
amenaza al desnudo con un rencor eterno,
blanco, mortal, hambriento, silencioso, sombrío.

  


[1] “Rosa en las vías de tren de  Auschwitz II-Birkenau”.Fuente: https://dandounavuelta.wordpress.com/2012/12/07/auschwitz-el-infierno-bajo-la-nieve-ii/





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